13 octubre 2011


“Atmósferas habitables”

 A veces no habitamos a gusto, ni entre los demás, ni dentro de nosotros mismos; el alma quiere ser libre, pero el cuerpo no le deja. Entonces cuerpo y alma andan en desacuerdo buscando otro lugar.

Cuando un pintor trabaja, su tiempo y el resto de las cosas que le rodean se detienen y distancian, y es justo por ello que, cuando una persona cualquiera se detiene ante su obra, experimenta esa misma lejanía entre lo que está ocupando su mente y la obra que contempla.

Esta obra establece, mágica, un confortante espacio no visible entre todo aquello que le perturba y lo que está observando. Es en este momento cuando cuerpo y alma se detienen, se abrazan y dejan de buscar.

Esto es una “atmósfera habitable”, la aportación modesta y silenciosa del pintor con su obra, ayudando a redimensionar y relativizar aquellas cosas que dos minutos antes parecían difíciles.

De la unión entre el alma del pintor y el alma de lo que pinta también surgen constantemente atmósferas habitables que se expanden, conviven y se relacionan amorosamente entre ellas y con el observador, que descansa.

A ese intercambio de beneficios alude esta exposición, y no sólo, también la propia vida.

Por lo tanto, Arte es Amor, Amor a lo invisible, a los demás y a uno mismo. Arte es don, es regalo, y los regalos no se atesoran, se regalan de nuevo, como parte de una cadena, que no debe detenerse.

                                                                                    Raquel Sáez Fliquete

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